sábado, 25 de junio de 2011
Sobre Friday the 13 part 2 (1981) de Steve Miner
Cinco años después del terrible baño de sangre del campamento de Cristal Lake, todo lo que queda es la leyenda de Jasón Voorhees y de su madre demente, que asesinaron a siete jóvenes. En un campamento cercano, nuevos veraneantes desoyen las advertencias de alejarse del tristemente famoso lugar. Despreocupados, los jóvenes recorren la zona... sin advertir una amenazadora presencia oculta.
La primera secuela se estreno un año después luego del mega éxito de su antecesora. Ya sin Tom Savini ni Sean S Cunningham la dirección corrió a cuenta de Steve Miner, productor también de la anterior y es mucho mejor que su antecesora.
Lo interesante al ver esta segunda parte es como en realidad es una remake de la anterior. De hecho hay escenas que se repiten. Desde tres personajes en una camioneta hasta, hasta el numero de victimas, la cantidad de jóvenes que quedan en la casa a merced del asesino ¡y hasta un personaje se parece a otro! Estamos hablando de 1981 el año del cine slasher y ya el subgénero mostraba señales de limitación. No es que este mal esta limitación si se tiene un buen director pero la mayoría de las películas slasher no lo tenían.
Lo otro llamativo es como lisa y llanamente esta secuela roba de Bahía de Sangre. Le roba hasta asesinatos (el de la cama) y hasta un personaje en sillas de ruedas! La originalidad de la saga llegaría luego de varias secuelas pero sin cambiar demasiado el fondo pero si el formato.
Aun así esta secuela es inmensamente mejor que la primer parte. En parte porque Steve Miner sabe aprovechar los recursos que tiene (y eso que sigue siendo una película de bajo presupuesto) Vean por ejemplo como en varias secuencias pasan dos acciones lo cual nos mantiene atentos de todo el cuadro.
También logra mediante esa técnica de que pasen dos acciones al mismo tiempo que la secuencia de persecución se vuelva realmente interesante. El hecho de que dure más de cinco minutos logra que el efecto de tensión crezca.
Y logra crear alguna que otra escena de suspenso. Jason (porque en la segunda parte ya sabemos que es Jason) subiendo las escaleras a punto de matar a una pareja. Toda la primera secuencia viendo sus piernas como se dirigen a la casa de la sobreviviente de la película anterior.
Pero por sobretodo esta película es la que le dio vida a Jason Voorhees y lo convirtió en el asesino que todos conocemos. Hay algo interesante en esto que es como es tratado el personaje. Es visto como una especia de leyenda, de hombre de campo. Digamos como seria realmente si existiera este personaje. Algo así como un ermitaño que tiene su propia casa. Sin olvidar la manera en que viste (como hombre de campo) hasta la mascara tiene sentido con la realidad, no es algo absurdo como la mascara de hockey. Esta imagen se fue perdiendo en sucesivas secuelas dando paso a la imagen del asesino imparable (error en el cual cayo su remake).
No es igual que sea una gran profundidad en el personaje pero si es una continuidad lógica, a diferencia de su tercer parte que opta por una nueva imagen ¡y que pasa un día después!
El resto sigue siendo lo mismo pero censurado (lamentablemente hasta el día de hoy es imposible conseguir una copia sin cortes). Pero afortunadamente Miner demuestra cierto talento y hace que la cosa sea más tolerable. Ayuda que su actriz principal Amy Steel demuestre un rango actoral más que destacable, en particular en el último enfrentamiento. Y lo que es más importante, esta es la única secuela que tiene una verdadera continuidad con la primera parte. El resto (incluyendo la saga original) tranquilamente pueden ser vistos como capítulos individuales sin nada que las ate a su iniciadora.
Dirección y producción: Steve Miner
Guión: Ron Kurz
Música: Harry Manfredini
Director de fotografía: Peter Stein
Con: Amy Steel, John Furey, Adrienne King, Betsy Palmer
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