miércoles, 13 de abril de 2011
Sobre Let the right one in (2008) de Tomas Alfredson
Oskar, un tímido niño de doce años, que es acosado en el colegio por sus compañeros, se hace amigo de Eli, una misteriosa vecina de su edad, cuya llegada al barrio coincide con una serie de inexplicables muertes. A pesar de que Oskar sospecha que Eli es un vampiro, intenta que su amistad esté por encima de su miedo.
Posiblemente una de las películas más inteligentes de los últimos años que apela a la puesta en escena para construir su relato en vez de abusar del montaje para hacer creer que vemos algo inteligente.
Let the right one in fue la sorpresa del 2008, una película que iba en contra del cine de vampiros modernos con una historia bastante original y que era inteligente en el tratamiento de su personaje principal.
Capaz algunos les choque que esa originalidad en realidad no sea tal, sino mas bien que el publico acostumbrado a ver como el mito del vampiro cambio se choco con un film que retomaba la mitología clásica del vampirismo. Acá no vamos a ver a una visión romántica del personaje, los vampiros no tienen nada de atractivo, no son seductores, no pueden pasar por puertas al menos que se los invite y el sol los quema.
Pero lo que mas llama la atención de todo esto es la excelente dirección de Tomas Alfredson que sabe abrir el relato para distintos lados, de ahí que todas las interpretaciones que tengamos sean validas, porque su director no quiere que la historia termine en la película sino que continúe en la mente de sus espectadores.
Para eso Alfredson usa la puesta de escena para contar cosas sin tener que recurrir a que los personajes lo digan. Desde el contrapicado que muestra el poderío que siente Oskar luego de lastimar a Ronnie, su enemigo, con un palo, hasta la inmensa cantidad de planos generales que muestran la frialdad de Suecia de la década del 80, pasando por como la cámara siempre esta a la altura de los dos personajes principales.
Alfredson también es muy inteligente a la hora de orquestar las espantosas muertes que se suceden. El director sueco en vez de regodearse en el hecho sangriento prefiere ocultarlo para luego mostrar el resultado, el cual termina impactando. El máximo ejemplo de esto es la ya famosísima escena de la pileta en la que se emplea el fuera de campo para ocultar la masacre que se esta cometiendo y para que nosotros nos imaginemos lo que esta pasando. Luego el director nos ofrece un plano general que nos impacta ya que queríamos ver que fue lo que paso con las victimas.
El comienzo de la cinta es otra clase magistral de cine. Justamente se nos muestra a todos los personajes importantes y el lugar en donde se va a desarrollar parte de la historia. Uno puede pasar por alto esto pero pensarlo es darse cuenta la inteligencia que tiene Alfredson a la hora de usar la puesta en escena
Por eso Let the right one in respira cine en todas sus escenas, cada una tiene algo que decir, no hay ninguna que este de mas, todas ayudan al desarrollo de la historia. Puede chocarle al espectador que no haya escenas que los hagan saltar o explosiones sino mas bien un relato pausado que va con las intenciones del director de mostrar como es la vida de los personajes que están la cinta. No es que Alfredson (como he leído) no sepa mantener la trama y que se vuelva aburrida, es que justamente el cine tiene que ir con lo que pasa con la historia y por eso prefiere una narración pausada, que para variar es muy común en el cine sueco.
Pero ante todo esto hay un relato universal que es el encuentro entre dos marginados por la sociedad y como ese encuentro los hace felices. A esto se le suma la inocencia de ambos niños que no entienden al mundo, son solo victimas de el y de la gente que creció olvidando todo. Todo un canto a la niñez y un ataque a la adultez (miren como están retratados los adultos sino).
Su guionista y escritor del libro original John Ajvide Lindqvist crea un cuento infantil perverso donde las acciones de sus personajes parecen perturbarnos pero a ellos no.
Que por ejemplo Oskar y Eli duerman juntos desnudos no parece preocuparle a ninguno de los dos pero nosotros podemos sentir cierto doble sentido, mas teniendo en cuenta que son menores. No hay que olvidar que dentro de la historia si tiene sentido y hay dejarse llevar por el cine no verla de afuera sin involucrarse o tomando las escenas fuera de la obra.
La relación entre los dos niños es simbólica y a la vez asexuada. De ahí que el personaje de Eli parezca un varón a veces y que diga que no es una chica (en el libro original Eli es en realidad un niño castrado). Por eso toda acción que parezca retorcida hay que verla desde los dos personajes, repito la cámara siempre esta a la altura de ellos y no verla desde la óptica del espectador no comprometido con lo que ve. Otra aclaración: No importa el vampirismo acá, es una mera excusa fantasiosa, es intercambiable con cualquiera situación. Lo que importa es ver a Eli como un ser enfermo que necesita ayuda.
Todo esto no funcionaria sino fuera por las dos actuaciones principales Lina Leandersson y Kare Hedebrant. Aunque es Lina Leandersson la que causa una fuerte impresión en los espectadores. Su director sabe sacarle provecho a los inmensos ojos que tiene y la cara angelical de no entender lo que ocasiona a su alrededor. El resto de los personajes adultos están vistos como caricaturas y no nos importan en lo mas mínimo.
Con todo esto dicho lo único que hay que resaltar es que al final lo que nos queda es una historia sobre niños pero que no significa que sea infantil. Es una historia en la que los niños son tratados con respeto, como las personas que son, sin subestimarlos por su edad y demostrando que en la pubertad hay miles de miedos igual que en la adultez.
Dirección: Tomas Alfredson
Guión: John Ajvide Lindqvist
Música: Johan Soderqvist
Director de fotografía: Hoyte Van Hoytema
Con: Lina Leandersson, Kate Hedebrant, Per Regnar.
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